Meditación y Ken Wilber



Meditación
Descansar la mente

Algunas veces al meditar y dejar la mente a un lado, las energías retenidas salen al exterior en forma de llanto. Esto es muy natural y beneficiosoCada cual tiene su ritmo, sus preferencias y sus propias experiencias. En la meditación, debemos seguir nuestro propio camino como mejor se adecue a nuestra necesidad del momento.

Aunque sea por unos segundos cada día, intenta dirigir tu atención a las sensaciones mediante tus sentidos. Contacta con tu respiración. Huele, escucha, observa y siente. Deja que tu mente penetre en un estado de calma, sin dialogo interior.

Imagínate como lo que eres, un campo de energía. En tu centro hay una luz, esa luz te rodea y se expande desde tu interior hacia el exterior, abarcando poco a poco todo lo que te rodea. Esa luz es tuya, es energía pura y tú la proyectas hacia todo el universo.


Escucha tus pensamientos como si fuesen el sonido de la lluvia, no te dejes arrastrar por ellos, ni los sigas ni los rechaces, simplemente deja que vengan y se vayan.  


Escucha los sonidos, sin omitir juicio alguno. Date cuenta de que a partir del silencio surgen los sonidos, los pensamientos o los sentimientos.

Toca cualquier cosa pero no le pongas etiqueta o nombre a lo que sientes al tocarla. Siente tus dedos y el teclado con el que están en contacto, siente el roce de tus piernas y tu trasero y la la silla donde estas sentado. Siente el sabor de la comida, come plenamente. Toma nota profundamente de todas las sensaciones. 

Intenta oler todos los matices de un aroma, la comida, tu cuerpo, un perfume, la briza del mar, sin valorar si es agradable o no lo que hueles.  

Dentro de todas las cosas y dentro de cada uno de nosotros hay una conciencia, una luz y una energía. Tú eres la conciencia en donde todas las cosas que ves aparecen, cambian y se transforman pero tu conciencia sigue ahí atestiguando todo lo que sientes, ves y oyes.



Ken Wilber recomienda

Comencemos por tomar consciencia del mundo que nos rodea. Mira al cielo, y simplemente relaja tu mente, deja que tu mente y el cielo se fundan. Observa las nubes que flotan. Toma nota de que esto no requiere esfuerzo alguno de tu parte. Tu estado de consciencia actual es algo muy simple, muy fácil, que no requiere de esfuerzo, espontáneo. Simplemente toma nota de que, sin mediar esfuerzo alguno, tomas consciencia de las nubes. Lo mismo ocurre con esos árboles, esas aves y esas rocas. En forma simple y sin esfuerzo, tomas conciencia de todos ellos. 

Observa ahora las sensaciones presentes en tu propio cuerpo. Puedes tomar consciencia de cualquier sensación corporal que se halle presente ahora: Quizás la presión del mueble, quizás el calor en el abdomen, quizás una tensión en tu cuello. Sin embargo, aún si estas sensaciones fuesen de tensión, puedes tomar consciencia de ellas con facilidad. Estas sensaciones surgen en tu consciencia presente, y esa consciencia es muy simple, fácil, relajada, espontánea. Eres un testigo, sin esfuerzo y sin dificultad. 

Observa los pensamientos que surgen en tu mente. Puede que observes diversas imágenes, símbolos, conceptos, deseos, esperanzas y temores, todos los cuales surgen espontáneamente en tu consciencia. Surgen, permanecen unos instantes y luego se van. Estos pensamientos y sensaciones surgen en tu consciencia de este momento, y esa consciencia es muy simple, relajada y espontánea. Sin esfuerzo ni dificultad, eres un testigo de todo ello. 

Así que observa: puedes ver flotar las nubes porque no eres esas nubes, eres quien las está mirando. Puedes sentir sensaciones corporales porque no eres esas sensaciones: eres el testigo de esas sensaciones. Puedes ver cómo flotan los pensamientos porque tú no eres esos pensamientos, sino un testigo de su presencia. De forma natural y espontánea, todas estas cosas surgen, por sí solas, en tu darte cuenta presente, sin que medie esfuerzo de tu parte. 

Y entonces, ¿quién eres tú? No eres los objetos de allá afuera, no eres las sensaciones, no eres los pensamientos. Sin esfuerzo, eres un testigo de la presencia de todos éstos, de modo que no eres ellos. ¿Quién o qué eres tú? 

Dilo de este modo para ti mismo: tengo sensaciones, pero no soy esas sensaciones. ¿Quién soy? Tengo pensamientos, pero no soy esos pensamientos. ¿Quién soy? Tengo deseos, pero no soy esos deseos. ¿Quién soy? 

Así que retrocedes hacia la fuente de tu propia consciencia. Retrocedes hacia el Testigo, y descansas en el Testigo. No soy los objetos, no soy las sensaciones, no soy los deseos, no soy los pensamientos. 

Pero entonces, por lo general las personas cometen un gran error. Creen que, si descansan en el Testigo, van a ver algo o sentir algo, algo realmente exquisito y especial. Pero no verás nada. Si ves algo, se tratará simplemente de otro objeto: otra sensación, otro pensamiento, otra sensación, otra imagen. Sin embargo, todos estos son objetos: no eres ninguno de éstos. 

Mientras descansas en la realización del Testigo  - no soy los objetos, no soy las sensaciones, no soy los pensamientos - todo lo que observarás es una sensación de libertad, una sensación de liberación, una sensación de alivio... alivio de la tremenda limitación que implica el identificarse con estas pequeñeces, pequeños objetos finitos, tu pequeño cuerpo, pequeña mente y pequeño ego, todos los cuales son objetos que pueden ser vistos y, por lo tanto, no son Aquél que ve, el verdadero Yo, el Testigo puro, aquél que realmente eres. 

Así que no verás nada en especial. Lo que surja está bien. Las nubes flotan en el cielo, las sensaciones flotan en el cuerpo, los pensamientos flotan en la mente y, sin esfuerzo, tú eres testigo de todo esto. Todo esto surge espontáneamente y sin esfuerzo en tu consciencia presente. Y esta consciencia que es testigo no es, en sí, nada específico que puedas ver. Es, simplemente, una gigantesca sensación de libertad o de vacío puro en el trasfondo. Y en ese vacío puro que es lo que eres surge el mundo entero de lo manifiesto. Tú eres esa libertad, esa apertura, ese vacío y no alguna de las cosas que surgen de allí.  Descansa en ese atestiguar vacío, libre, fácil y carente de esfuerzo.

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