Al salir de mi casa un día y caminando hacia mis quehaceres, había un hoyo en el pavimento y al no percatarme del mismo, caí en él. Al siguiente día haciendo yo la misma ruta de siempre y olvidando por completo la zanja de la acera, volví a caer en ella.
Al despertarme de nuevo otro día me acorde del hoyo en la calle y me propuse no caer en él, lamentablemente luego se me olvido y de nuevo caí en el dichoso agujero. Al día siguiente por supuesto tenía en mente el hoyo y al ir caminando lo vi claramente y sin embargo no se ni como volví a caer en él. Esto ya es el colmo, pensé.
La zanja llego a ser como una obsesión para mi. No podía seguir cayendo en ella día tras día, incluso ya hasta buscaba el agujero para poder sortearlo, y efectivamente un jueves casi lo logre, di un gran salto pero no salte lo suficiente puesto que volví a caer.
Por fin llego el día en que me supere a mi mismo, y al llegar al endiablado agujero di un salto tan grande que llegue felizmente al otro lado sin caer en él, era tanta mi alegria que empece a dar brincos por mi triunfo y entonces en un descuido de nuevo caí.
Todos los demás días que siguieron cuando llegaba a la zanja, daba un gran salto hacia el otro lado y continuaba mi camino y hoy se me ocurrió por primera vez que sería mucho más fácil, agradable y descansado caminar por la otra acera.
Interesante metáfora, se podría aplicar a muchas cosas pero me quedo con que muchas veces no nos damos cuenta de que lo más simple siempre estuvo justo ahí "por la cera del frente"
ResponderEliminarTienes razón, tiene varias interpretaciones. Porque complicarse la vida, cuando siempre existe un camino más sencillo. Saludos y gracias por comentar
ResponderEliminar