Nunca hubo monstruo alguno, lo que veías como monstruo era simplemente una oleada de energía. Tu miedo lo convirtió en una monstruosidad.
La vista humana está adiestrada para enfocarse solamente en los rasgos más salientes de una cosa y esos rasgos son conocidos de antemano. El arte de los acechantes es crear una impresión, presentando rasgos que ellos eligen, rasgos que ellos saben que los ojos del espectador están destinados a notar. Al reforzar ingeniosamente ciertas impresiones, los acechantes logran crear en el espectador una impugnable convicción acerca de lo que perciben.
Los acechantes llaman al intento en voz alta con total concentración en lo que se intenta.
"No podía odiar al río ni pelear con él, no podía ni impacientarme ni irritarme con él, como lo hacia normalmente con todo y con todos. Lo único que podía hacer con el río era seguir su corriente".
La libertad de la percepción es el salto mortal del pensamiento a lo milagroso, es el acto de extendernos más allá de nuestros límites para tocar lo inconcebible. ¿Quién eres tú para poner límites al pensamiento?
Uno debe percibir dos lugares al mismo tiempo. Aquí y allá son los extremos de la percepción normal, el único que tiene claridad es el aquí. Cuando percibimos los dos lugares a la vez se pierde la claridad, pero se gana la percepción inmediata del allá.
El intento inflexible es una determinación, un propósito muy bien definido que no puede ser anulado por intereses o deseos en conflicto.
La importancia personal es sólo la compasión por sí mismo disfrazada. No tener compasión es lo opuesto a tenerse lastima a si mismo.
"Dos partes obviamente separadas existían dentro de mi. Una era vieja, tranquila, indiferente, pesada y oscura, a la que nada le importaba y gozaba sin esperar nada. La otra era ligera, nueva, agitada, nerviosa y rápida, se sentía insegura y no gozaba de nada. Estaba sola, en la superficie, era la parte con la que yo observaba al mundo. Las dos partes entraron en un debate".
La primera atención es la conciencia que toda persona normal ha desarrollado para enfrentarse al mundo cotidiano. La segunda atención es la conciencia que requerimos para percibir nuestro capullo luminoso, esta se queda en el trasfondo durante toda nuestra vida, a no ser que emerja a través de un entrenamiento deliberado o a causa de un trauma accidental. La tercera atención es la consciencia del cuerpo físico y del cuerpo luminoso.
Somos seres luminosos, capaces de volvernos conscientes de nuestra luminosidad y de esa manera enfocar distintas facetas de nuestra consciencia o atención. Este enfoque puede ser producido mediante un esfuerzo deliberado.
Tienes que abandonar tu deseo de aferrarte a la comida que te gusta, al lugar a donde vives, a la gente y sobre todo al deseo de que te quieran. Nuestra atención ha sido entrenada para enfocar con terquedad. Hay que dejar todo eso atrás.
Tener un sentido de desapego implica tener una pausa momentánea para considerar las situaciones. Un aspecto del desapego es quedar inmerso en todo, incluso cuando se es inconsciente y totalmente mezquino.
"Nos habíamos centrado en el temor y la desconfianza, como si fueran las únicas opciones a nuestro alcance, sin embargo teníamos la opción de centrarnos en todo lo contrario, en el misterio y la maravilla que nos sucedía".
"Tenían un centro interno inalterable, hasta en los momentos de peor locura, podían reírse de sus propias aberraciones como si se tratara de una representación puesta en escena por otras personas".
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