La preexistencia de las almas


Platón

Texto del filósofo griego Platón    

El alma que nunca ha visto la verdad no puede revestir la forma humana... El hombre debe elevarse de una multiplicidad de sensaciones a una unidad inteligible...

Este acto no es otra cosa que el recuerdo de lo que nuestra alma ha visto antes, cuando seguía a un dios en sus evoluciones, cuando apartando su mirada de lo que nosotros llamamos ser (ego), levantaba la cabeza hacia el ser verdadero... Apartado de los cuidados que preocupan a los hombres y dedicado a lo divino, el vulgo pretende apartarlo de su locura y no ve que está inspirado... Cuando un hombre percibe la belleza de aquí abajo y se acuerda de la belleza verdadera, a su alma le crecen alas y desea volar.    

... Toda alma humana por naturaleza ha contemplado las realidades, de otro modo no hubiese podio entrar en el cuerpo de un hombre. Pero los recuerdos de esta contemplación no se despiertan en todas las almas con la misma facilidad. Una apenas ha entrevisto las esencias. Otra, después de su caída a la tierra, ha tenido la desgracia de ser llevada a la injusticia por ciertos tratos humanos y de olvidar los sagrados misterios que había contemplado anteriormente.  Sólo un pequeño número de almas conservan un recuerdo casi intacto. Estas almas, cuando ven alguna imagen de las cosas del 'cielo', se llenan de turbación y no pueden contenerse; pero no saben lo que experimentan, porque no pueden analizarse con precisión.

... Nos era dado contemplar la belleza con todo su esplendor cuando, unidos al coro de los bienaventurados, íbamos unos siguiendo a Zeus, otros siguiendo a otros dioses. Gozábamos entonces, del más maravilloso espectáculo. Iniciados en un misterio que podemos llamar bienaventurado, lo celebrábamos, libres de la imperfección y de los males que nos esperaban después. Eramos admitidos a contemplar las esencias perfectas, simples, llenas de calma y felicidad, y las visiones irradiaban del seno de la más pura luz. Y nosotros mismos eramos puros, libres de esta tumba a la que llamamos cuerpo y que arrastramos con nosotros como la ostra arrastra su prisión.

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Filosofía

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